Veinte
poemas de amor y una canción desesperada
Autor
Pablo Neruda
Obra
Poema 1
Cuerpo de
mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces
al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de
labriego salvaje te socava
y hace
saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo
como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche
entraba su invasión poderosa.
Para
sobrevivirme te forjé como un arma,
como una
flecha en m
i arco, como
una piedra en mi honda.
Pero cae la
hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de
piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos
del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas
del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de
mujer mía, persistirá en tu gracia.
Mi sed, mi
ansia sin limite, mi camino indeciso!
Oscuros
cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga
sigue, y el dolor infinito.
Poema 2
En su llama
mortal la luz te envuelve.
Absorta,
pálida doliente, así situada
contra las
viejas hélices del crepúsculo
que en torno
a ti da vueltas.
Muda, mi
amiga,
sola en lo
solitario de esta hora de muertes
y llena de
las vidas del fuego,
pura
heredera del día destruido.
Del sol cae
un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las
grandes raíces
crecen de
súbito desde tu alma,
y a lo
exterior regresan las cosas en ti ocultas.
de modo que
un pueblo pálido y azul
de ti recién
nacido se alimenta.
Oh grandiosa
y fecunda y magnética esclava
círculo que
en negro y dorado sucede:
erguida,
trata y logra una creación tan viva
que sucumben
sus flores, y llena es de tristeza.
Poema 3
Ah vastedad
de pinos, rumor de olas quebrándose,
lento juego
de luces, campana solitaria,
crepúsculo
cayendo en tus ojos, muñeca,
caracola
terrestre, en ti la tierra canta!
En ti los
ríos cantan y mi alma en ellos huye
como tú lo
desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi
camino en tu arco de esperanza
y soltaré en
delirio mi bandada de flechas.
En torno a
mí estoy viendo tu cintura de niebla
y tu
silencio acosa mis horas perseguidas,
y eres tú
con tus brazos de piedra transparente
donde mis
besos anclan y mi húmeda ansia anida.
Ah tu voz
misteriosa que el amor tiñe y dobla
en el
atardecer resonante y muriendo!
Así en horas
profundas sobre los campos he visto
doblarse las
espigas en la boca del viento.
Poema 4
Es la mañana
llena de tempestad
en el
corazón del verano.
Como
pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento
las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable
corazón del viento
latiendo
sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando
entre los árboles, orquestal y divino,
como una
lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que
lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las
flechas latientes de los pájaros.
Viento que
la derriba en ola sin espuma
y sustancia
sin peso, y fuegos inclinado.
Se rompe y
se sumerge su volumen de besos
combatido en
la puerta del viento del verano.
Poema 5
Para que tú
me oigas
mis palabras
se adelgazan
a veces
como las
huellas de las gaviotas en las playas.
Collar,
cascabel ebrio
para tus
manos suaves como las uvas.
Y las miro
lejanas mis palabras.
Más que mías
son tuyas.
Van trepando
en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan
así por las paredes húmedas.
Eres tú la
culpable de este juego sangriento.
Ellas están
huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo
llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú
poblaron la soledad que ocupas,
y están
acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero
que digan lo que quiero decirte
para que tú
las oigas como quiero que me oigas.
El viento de
la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de
sueños aún a veces las tumban
Escuchas
otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de
viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame,
compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme,
compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van
tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo
ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo
de todas un collar infinito
para tus
blancas manos, suaves como las uvas.
Poema 6
Te recuerdo
como eras en el último otoño.
Eras la
boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos
peleaban las llamas del crepúsculo
Y las hojas
caían en el agua de tu alma.
Apegada a
mis brazos como una enredadera.
las hojas
recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de
estupor en que mi sed ardía.
Dulce
jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento
viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris,
voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde
emigraban mis profundos anhelos
y caían mis
besos alegres como brasas.
Cielo desde
un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo
es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de
tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas
de otoño giraban en tu alma.
Poema 7
INCLINADO en
las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos
oceánicos.
Allí se
estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad
que da vueltas los brazos como un
náufrago.
Hago rojas
señales sobre tus ojos ausentes
que olean
como el mar a la orilla de un faro.
Solo guardas
tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada
emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en
las tardes echo mis tristes redes
a ese mar
que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros
nocturnos picotean las primeras estrellas
que
centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la
noche en su yegua sombría
desparramando
espigas azules sobre el campo.
Poema 8
Abeja blanca
zumbas --ebria de miel en mi alma
y te tuerces
en lentas espirales de humo.
Soy el
desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo
perdió todo, y el que todo lo tuvo.
Última
amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra
desierta eres tú la última rosa.
Ah
silenciosa!
Cierra tus
ojos profundos. Allí aletea la noche.
Ah desnuda
tu cuerpo de estatua temerosa.
Tienes ojos
profundos donde la noche alea.
Frescos
brazos de flor y regazo de rosa.
Se parecen
tus senos a los caracoles blancos.
Ha venido a
dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.
Ah silenciosa!
He aquí la
soledad de donde estás ausente.
Llueve. El
viento del mar caza errantes gaviotas.
El agua anda
descalza por las calles mojadas.
De aquel
árbol se quejan, como enfermos, las hojas.
Abeja
blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en
el tiempo, delgada y silenciosa.
Ah
silenciosa !
Poema 9
Ebrio de
trementina y largos besos,
estival, el
velero de las rosas dirijo,
torcido
hacia la muerte del delgado día,
cimentado en
el solido frenesí marino.
Pálido y
amarrado a mi agua devorante
cruzo en el
agrio olor del clima descubierto.
aún vestido
de gris y sonidos amargos,
y una cimera
triste de abandonada espuma.
Voy, duro de
pasiones, montado en mi ola única,
lunar,
solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en
la garganta de las afortunadas
islas
blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en
la noche húmeda mi vestido de besos
locamente
cargado de eléctricas gestiones,
de modo
heroico dividido en sueños
y
embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas
arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo
cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez
infinitamente pegado a mi alma
rápido y
lento en la energía subceleste.
Poema 10
Hemos
perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos
vio esta tarde con las manos unidas
mientras la
noche azul caía sobre el mundo.
He visto
desde mi ventana
la fiesta
del poniente en los cerros lejanos.
A veces como
una moneda
se encendía
un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te
recordaba con el alma apretada
de esa
tristeza que tú me conoces.
Entonces,
dónde estabas?
Entre qué
genes?
Diciendo qué
palabras?
Por qué se
me vendrá todo el amor de golpe
cuando me
siento triste, y te siento lejana?
Cayó el
libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un
perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre,
siempre te alejas en las tardes
hacia donde el
crepúsculo corre borrando estatuas.
Poema 11
Casi fuera
del cielo ancla entre dos montañas
la mitad de
la luna.
Girante,
errante noche, la cavadora de ojos.
A ver
cuántas estrellas trizadas en la charca.
Hace una
cruz de luto entre mis cejas, huye.
Fragua de
metales azules, noches de las calladas luchas,
mi corazón
da vueltas como un volante loco.
Niña venida
de tan lejos, traída de tan lejos,
a veces
fulgurece su mirada debajo del cielo.
Quejumbre,
tempestad, remolino de furia,
cruza encima
de mi corazón, sin detenerte.
Viento de
los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta.
Desarraiga
los grandes árboles al otro lado de ella.
Pero tú,
clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que
iba formando el viento con hojas iluminadas.
Detrás de
las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio,
allá nada
puedo decir! Era hecha de todas las cosas.
Ansiedad que
partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de
seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad
que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué
tocarla ahora, para qué entristecerla.
Ay seguir el
camino que se aleja de todo,
donde no
está atajando la angustia, la muerte, el invierno,
con sus ojos
abiertos entre el rocío.
Poema 12
Para mi
corazón basta tu pecho,
para tu
libertad bastan mis alas.
Desde mi
boca llegará hasta el cielo
lo que
estaba dormido sobre tu alma.
Es en ti la
ilusión de cada día.
Llegas como
el rocío a las corolas.
Socavas el
horizonte con tu ausencia.
Eternamente en
fuga como la ola.
He dicho que
cantabas en el viento
como los
pinos y como los mástiles.
Como ellos
eres alta y taciturna.
Y
entristeces de pronto como un viaje.
Acogedora
como un viejo camino.
Te pueblan
ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté
y a veces emigran y huyen
pájaros que
dormían en tu alma.
Poema 13
He ido
marcando con cruces de fuego
el atlas
blanco de tu cuerpo.
Mi boca era
una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás
de ti, temerosa, sedienta.
Historias
que contartea la orilla del crepúsculo,
muñeca
triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un
árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de
las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Yo que viví
en un puerto desde donde te amaba.
La soledad
cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado
entre el mar y la tristeza.
Callado,
delirante, entre dos gondoleros inmóviles.
Entre los
labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con
alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las
redes no retienen el agua.
Muñeca mía,
apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo,
algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta,
algo sube hasta mi ávida boca.
oh poder
celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder,
huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste
ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he
llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón
se cierra como una flor nocturna.
Poema 14
Juegas todos
los días con la luz del universo.
Sutil
visitadora, llegas en la flor y en elagua.
Eres más que
esta blanca cabecita que aprieto
como un
racimo entre mis manos cada día.
A nadie te
pareces desde que yo te amo.
Déjame
tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién
escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame
recordarte como eras entonces cuando aún no existías.
De pronto el
viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es
una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen
a dar todos los vientos, todos.
Se desviste
la lluvia.
Pasan
huyendo los pájaros.
El viento.
El viento.
Yo solo
puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal
arremolina hojas oscuras
y suelta
todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás
aquí. Ah tú no huyes
Tú me
responderás hasta el último grito.
Ovíllate a
mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo,
alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.
Ahora, ahora
también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes
hasta los senos perfumados.
Mientras el
viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y
mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuanto te
habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma
sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto
arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre
nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras
llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde
hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te
creo dueña del universo.
Te traeré de
las montañas flores alegres, copihues,
avellanas
oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer
contigo
lo que la
primavera hace con los cerezos.
Poema 15
Me gustas
cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes
desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que
los ojos se te hubieran volado
y parece que
un beso te cerrara la boca.
Como todas
las cosas están llenas de mi alma
emerges de
las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de
sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces
a la palabra melancolía;
Me gustas
cuando callas y estás como distante.
Y estás como
quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes
desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que
me calle con el silencio tuyo.
Déjame que
te hable también con tu silencio
claro como
una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la
noche, callada y constelada
.
Tu silencio
es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas
cuando callas porque estás como ausente.
Distante y
dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra
entonces, una sonrisa basta.
Y estoy
alegre, alegre de que no sea cierto.
Poema 16
(Paráfrasis
a R. Tagore)
En mi cielo
al crepúsculo eres como una nube
y tu color y
forma son como yo los quiero
Eres mía,
eres mía, mujer de labios dulces
y viven en
tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara
de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio
vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora
de mi canción de atardecer,
Cómo te
sienten mía mis sueños solitarios!
Eres mía,
eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde,
y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del
fondo de mis ojos, tu robo
estanca como
el agua tu mirada nocturna.
En la red de
mi música estás presa, amor mío,
y mis redes
de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace
a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos
de luto comienza el país del sueño.
Poema 17
Pensando,
enredando sombras en la profunda soledad.
Tú también
estás lejos, ah más lejos que nadie.
Pensando,
soltando pájaros, desvaneciendo imágenes, enterrando lámparas.
Campanario
de brumas, qué lejos, allá arriba!
Ahogando
lamentos, moliendo esperanzas sombrías, molinero taciturno,
se te viene
de bruces la noche, lejos de la ciudad.
Tu presencia
es ajena, extraña a mí como una cosa.
Pienso,
camino largamente, mi vida antes de ti.
Mi vida
antes de nadie, mi áspera vida.
El grito
frente al mar, entre las piedras,
corriendo
libre, loco, en el vaho del mar.
La furia
triste, el grito, la soledad del mar.
Desbocado,
violento, estirado hacia el cielo.
Tú, mujer,
qué eras allí, qué raya, qué varilla
de ese
abanico inmenso? Estabas lejos como ahora.
Incendio en
el bosque! Arde en cruces azules.
Arde, arde,
llamea, chispea en árboles de luz.
Se derrumba,
crepita. Incendio. Incendio.
Y mi alma
baila herida de virutas de fuego.
Quién llama?
Qué silencio poblado de ecos?
Hora de la
nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad.
hora mía
entre todas!
Bocina en
que el viento pasa cantando.
Tanta pasión
de llanto anudada a mi cuerpo.
Sacudida de
todas las raíces,
asalto de
todas las olas!
Rodaba,
alegre, triste, interminable, mi alma.
Pensando,
enterrando lámparas en la profunda soledad.
Quién eres
tú, quién eres?
Poema 18
Aquí te amo.
En los
oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la
luna sobre las aguas errantes.
Andan días
iguales persiguiéndose.
Se descine
la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota
de plata se descuelga del ocaso.
A veces una
vela. Altas, altas estrellas.
O la cruz
negra de un barco.
Solo.
A veces
amanezco, y hasta mi alma esta húmeda.
Suena,
resuena el mar lejano.
Este es un
puerto.
Aquí te amo
.
Aquí te amo
y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy
amando aún entre estas frías cosas.
A veces van
mis besos en esos barcos graves,
que corren
por el mar hacia donde no llegan.
Ya me veo
olvidado como estas viejas anclas.
son más
tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi
vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que
no tengo. Estás tú tan distante.
Mi hastío
forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la
noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace
girar su rodaje de sueño.
Me miran con
tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te
amo, los pinos en el viento,
quieren
cantar tu nombre con sus hojas de alambre.
Poema 19
Niña morena
y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja
los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu
cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca
que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro
y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra
melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas
con el sol como con un estero
y él te deja
en los ojos dos oscuros remansos.
Niña morena
y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti
me aleja, como del mediodía.
Eres la
delirante juventud de la abeja,
la
embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón
sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu
cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa
morena dulce y definitiva,
como el
trigal y el sol, la amapola y el agua.
Poema 20
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir,
por ejemplo: "La noche esta estrellada,
y tiritan,
azules, los astros, a lo lejos".
El viento de
la noche gira en el cielo y canta.
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise,
y a veces ella también me quiso.
En las
noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas
veces bajo el cielo infinito.
Ella me
quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no
haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo
escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que
no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche
inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso
cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa
que mi amor no pudiera guardarla.
La noche
está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo.
A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no
se contenta con haberla perdido.
Como para
acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón
la busca, y ella no está conmigo.
La misma
noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros,
los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la
quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz
buscaba el viento para tocar su oído.
De otro.
Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su
cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la
quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto
el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en
noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no
se contenta con haberla perdido.
Aunque éste
sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean
los últimos versos que yo le escribo.
La Canción Desesperada
Emerge tu
recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda
al mar su lamento obstinado.
Abandonado
como los muelles en el alba.
Es la hora
de partir, oh abandonado!
Sobre mi
corazón llueven frías corolas.
Oh sentina
de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se
acumularon las guerras y los vuelos.
De ti
alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo
tragaste, como la lejanía.
Como el mar,
como el tiempo. Todo en ti fue naufragio !
Era la
alegre hora del asalto y el beso.
La hora del
estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de
piloto, furia de buzo ciego,
turbia
embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la
infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor
perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste
al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la
tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder
la muralla de sombra.
anduve más
allá del deseo y del acto.
Oh carne,
carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta
hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso
albergaste la infinita ternura,
y el
infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la
negra, negra soledad de las islas,
y allí,
mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y
el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo
y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no
sé cómo pudiste contenerme
en la tierra
de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de
ti fue el más terrible y corto,
el más
revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio
de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los
racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca
mordida, oh los besados miembros,
oh los
hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula
loca de esperanza y esfuerzo
en que nos
anudamos y nos desesperamos.
Y la
ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra
apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi
destino y en él viajó mi anhelo,
y en el cayó
mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh sentina
de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no
exprimiste, qué olas no te ahogaron.
De tumbo en
tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como
un marino en la proa de un barco.
Aún
floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina
de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo
ciego, desventurado hondero,
descubridor
perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora
de partir, la dura y fría hora
que la noche
sujeta a todo horario.
El cinturón
ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías
estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado
como los muelles en el alba.
Sólo la
sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá
de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora
de partir. Oh abandonado.
Bibliografía

Neruda ingresa al Liceo de Hombres, donde cursa
todos sus estudios hasta terminar el 6º año de humanidades en 1920. El
impresionante entorno natural de Temuco, sus bosques, lagos, ríos y montañas
marcarán para siempre el mundo poético de Neruda.
En 1917, publica su primer artículo en el diario
La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia. En esta
ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer
libro de poemas: Crepusculario.
Alrededor de 1920, conoce a Gabriela Mistral, de
cuyo encuentro recordará: «...ella me hizo leer los primeros grandes nombres de
la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí». Hacia 1921 y con
diecisiete años de edad, comienza a firmar definitivamente sus trabajos con el
seudónimo de Pablo Neruda.
En 1924 publicó su famoso libro `Veinte poemas de
amor y una canción desesperada´, en el que todavía se nota una influencia del
modernismo. Posteriormente se manifiesta un propósito de renovación formal, de
intención vanguardista, en tres breves libros publicados en 1926: El habitante y
su esperanza, Anillos (en colaboración con Tomás Lago) y Tentativa del hombre
infinito.
En 1971, Pablo Neruda se convirtió en el tercer
escritor latinoamericano y en el segundo chileno que obtenía el Premio Nobel de
Literatura, pero su encumbramiento literario no le impidió continuar
activamente en la defensa de los intereses chilenos.
En lo más alto de la fama y del reconocimiento
también lo esperaban horas amargas. En 1973, el 11 de septiembre, fue
sorprendido por el golpe militar contra el presidente Salvador Allende.
Profundamente afectado por la nueva situación de su país, su salud se agrava y
el 19 es trasladado de urgencia desde su casa de Isla Negra a Santiago, donde
muere debido a un cáncer de próstata el 23 de septiembre de 1973.
Listado de sus obras:
- Crepusculario (1923)
- Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)
- Arte de pájaros (1966)
- La espada encendida (1970)
- Las piedras del cielo (1970)
- Discurso de Estocolmo (1972)
- La rosa separada (1972)
- Himno y regreso
- Que despierte el leñador
- Tentativa del hombre infinito
Contexto histórico de la novela 20 poemas de amor y
una canción desesperada
Pablo Neruda, autor de la obra, nació en Chile en 1904
y falleció en 1973, por lo que la mayor parte de su obra se sitúa a mediados
del siglo XX. Considerado entre los mejores y más influyentes artistas de su
siglo, Neruda fue influido por las corrientes del modernismo al escribir Veinte
poemas de amor y una canción desesperada. Por lo tanto, en la obra, publicada
en 1924, encontramos rasgos característicos del modernismo, como los temas
exóticos, elementos de la naturaleza para designar realidades y una gran
renovación estética. También recibió influencias vanguardistas y del surrealismo,
aunque concretamente en esta obra no encontramos estas características, ya que
son posteriores a su publicación.
Estilo
A lo largo de todo el poemario podemos
observar muchísimas metáforas, todas haciendo alusión a esa figura femenina
perdida, y comparaciones, como, por ejemplo:
- “Eres como la noche, callada y constelada” (poema 15); “Y estás como quejándote, mariposa en arrullo” (poema 15).
- "Mi corazón se cierra como una flora nocturna” (poema 13).
Abundan las imágenes, símbolos y la adjetivación:
Como por ejemplo en el poema 14
- “Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, / avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos”.
Estructura de la Obra
La obra está compuesta por veinte poemas,
más la canción desesperada, al final. En cuanto a la estructura interna del
poemario, comienza por poemas en lo que podemos notar un amor recién descubierto,
ilusionado, y se refiere a épocas anteriores a esa, en la que estaba como
perdido. La obra va evolucionando y a medida que nos acercamos al final de la
obra, ese amor evoluciona, hasta que en el poema veinte y en la canción
desesperada, la voz poética no puede hacer otra cosa que lamentar la inmensa
tristeza que siente por haber perdido ese amor, recordándolo.
Temas y motivos
- El amor. El amor es el asunto único tratado en el libro de Neruda, pero es un sentimiento que no se presenta con una sola cara. Vemos aparecer el amor de dos formas: de una manera física y sexual, que aparece situado en un tiempo pasado; y un sentimiento impreciso teñido de melancolía.
- El amante. La figura del amante aparece como narrador en primera persona. Es representada frecuentemente como un ser movido por un ansia y un deseo desasosegante, imposible de satisfacer.
- La amada. La amada suele ser el receptor lejano de los poemas, y a lo largo del libro va configurándose de diferentes maneras.
- La tristeza. El sentimiento más determinante, igual que el del amor, es la tristeza. La tristeza de los protagonistas o de los ambientes en que se sitúan es preponderante en todo el libro, y se convierte en pura melancolía cuando se trata de rememorar el amor perdido.
- La naturaleza. Neruda evoca sentimientos usando como símbolos el mar y la costa, el viento, los bosques, árboles y hojas, y el firmamento crepuscular o nocturno sobre el paisaje.
- La voz, el canto y la poesía. El sonido en forma de voz y canto se hace patente al caracterizar a la amada por su ausencia o por la presencia de una voz que se adjetiva sutilmente.
- El cuerpo humano. El poeta hace énfasis en las emociones despertadas por los ojos y los labios, sobre todo cuando está hablando de la amada. También alaba el cuerpo íntimo de la amada y el acto sexual con ella, lo cual causó mucha controversia al ser publicada la obra.
Vocabulario y recursos
El vocabulario es en general sencillo, aunque
pertenece al dominio de la lengua literaria convencional desde el romanticismo
y el modernismo.
En esta obra se dan cita dos conceptos métricos
diferentes. Por un lado, hay un núcleo importante de poemas que responden a una
métrica regular en los que destaca el uso del verso alejandrino. En otros
poemas encontramos que esta tendencia a la regularidad la rompe el poeta con
gran libertad.
Neruda consiguió con el libro un ideal de
comunicación con el lector, sin por ello renunciar a una elaboración compleja y
exigente que tiene presente tanto los valores de la inmediata tradición como
los nuevos aspectos de la poesía contemporánea que estaban surgiendo en el
momento de su escritura.
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